Las ruinas del viejo pueblo de Sagarillo se localizan a 581 metros de
altitud junto al lecho del río Flumen y el barranco de San Martín, con el Salto
de Roldán como magnífico telón de fondo. Es accesible por pistas de tierra que
parten desde Apiés y San Julián de Banzo. Evidentemente, como seguro habrán
deducido, estamos en la comarca de la Hoya de Huesca.
Su primera mención data del año 1123. Se trata de un documento de colección diplomática de Fanlo en el que se cita “la Aljama de Sagarillo”. Agrupó 12 fuegos en 1495. Su número de casas llegó ya muy menguado al siglo XX, ya sólo mantenía tres hogares abiertos. El pueblo se vació a mediados de los años 40 del pasado siglo XX; por aquel entonces ya sólo mantenía 7 habitantes censados.
Los nombres de las casas eran: Lino, Osoro y Lanuza. Actualmente subsistea duras penas en pie el esqueleto de una de ellas, de dos plantas, totalmente engullido por una densa capa de maleza. De las otras dos viviendas apenas quedan algunos muros desafiando la ley de la gravedad.
Su iglesia románica (s. XIII), de la que desconocemos su advocación, está ubicada sobre una pequeña meseta rocosa. Se aprecia su planta rectangular y su cabecera de testero plano, muy similar a la de Barluenga, con puerta en arco de medio punto decorada con puntas de diamante. Alfombran el suelo una buena cantidad de sillares de arenisca de buena factura que otrora, formaron parte de la iglesia.
Artículo publicado en El Cruzado Aragonés en febrero de 2020.
Fotografía 1; Sagarillo y el Salto de Roldán (Cristian Laglera)
Fotografía 2; Casa Osoro (Cristian Laglera)
Fotografía 3; Ruinas de la iglesia (Cristian Laglera)
Fotografía 4; Puerta de acceso (Cristian Laglera)