Yosa
fue uno de los pueblos situados en el interior del valle de la Garcipollera
afectado por la construcción del embalse de Yesa.
Lo
poco que queda del núcleo está en la solana del valle, en la margen derecha del
río Ijuez. La pista de acceso parte desde la localidad de Bescós de
Garcipollera. El inicio es muy llano, junto al cauce del barranco, pero poco
después comienza a subir. A pie hay una media hora de camino.
Aparece
documentado desde el año 1218. Es un documento de la colección diplomática de
Fanlo donde aparece citado “Iohan de Iosa”.
Pascual
Madoz le adjudica catorce casas en el año 1845, aunque según nuestros datos al
siglo XX llegó “solamente” con nueve de
ellas abiertas. Sus nombres eran: Bailador, Tejedor, Venancio, Chuanico,
Andalecio, Piquero, Colorao, Marín y Barrio. Sus últimos censos oscilaron entre
los 50 y 60 vecinos, entre ellos una
decena de niños que acudían a la escuela que estaba situada junto a la iglesia.
Los ejes principales de la economía del pueblo eran,
cómo no, la agricultura y la ganadería. Vida dura, muy dura, economía de
subsistencia pura y dura.
Actualmente Yosa se encuentra devastado. ¿El motivo? Fue
utilizado en los años 90 como lugar de maniobras militares. La ruina y la
maleza parece haber sepultado cualquier recuerdo de vida humana que allí hubo, dejándolo vivo
solamente en la memoria de quienes lo habitaron. Por este motivo documentamos estas
líneas con una fotografía de Yosa tomada en los años 50, de autor desconocido, en
donde podemos ver el pueblo todavía habitado.
Paseando por el núcleo nos topamos con la iglesia de
San Miguel -románica del siglo XII- que es casi irreconocible. A pesar de
haberse convertido en un amasijo de escombros todavía se advierte su ábside
semicircular canónicamente orientado. La cabecera es lo único original que
conserva, ya que el resto es fruto de las reformas sufridas en siglos
posteriores, principalmente en el XVII.
En el camino que conecta Bescós con Yosa hay otro
edificio de carácter religioso. Se trata de la ermita de La Asunción. Es un
edificio de cronología moderna, que no se puede llevar más allá del siglo
XVII-XVIII. Tiene planta rectangular y cabecera de testero plano. Hasta esta
ermita había una romería que partía desde el pueblo el 8 de mayo. Se celebraba
misa por la mañana y volvían al pueblo para comer. Se celebró hasta que la cubierta
de la ermita se hundió, ya que nunca se llegó a restaurar.
De todas formas, la romería más importante que se
celebraba era la que concurría hasta la ermita de la Virgen de Iguácel, situada
al fondo del valle. Era el día 2 de julio, romería conjunta de todos los
pueblos de la Garcipollera.
Queda para el final recordar las fiestas, que se
celebraban para San Miguel, el día 29 de septiembre.
Artículo publicado en El Cruzado Aragonés en octubre de 2019.
Fotografía 1; Ruina generalizada (Cristian Laglera)
Fotografía 2; Iglesia de San Miguel (Cristian Laglera)
Fotografía 3; Borda apuntalada (Cristian Laglera)
Fotografía 4; "Iosa". Magnífica dovela sacada de entre los escombros hace más de treinta años (M.A. Barrutia)