Fabana fue abandonada por sus pobladores en tiempos de la conquista Musulmana, pero fue de nuevo habitada cuando Huesca fue reconquistada por los cristianos. Pascual Madoz le adjudica una casa y cinco habitantes en el año 1845.
El edificio consta de tres partes bien diferenciadas: la torre, la nave, y una vivienda que fue adosada posteriormente. A pesar de su lamentable estado actual, bien merece una visita.
El sendero para llegar a Fabana lo tomaremos por la pista que lleva a San Cosme y San Damián por la cola del pantano de Vadiello. Allí nace un sendero que discurre por un hermoso bosque de pinos que en poco más de media hora nos conducirá hasta la ermita.
Fotografía 1; Llegada a la ermita (Cristian Laglera)
Fotografía 2; Imagen del ábside (Cristian Laglera)