26/2/12

SASÉ











El artículo de esta semana está dedicado a Sasé, posiblemente, uno de los pueblos deshabitados más bellos y agradecidos de visitar de toda la provincia de Huesca. Lo es por su sobresaliente arquitectura y también por su emplazamiento, en pleno corazón del valle de la Solana.

El pueblo se orienta hacia el este, a algo más de 1200 metros de altitud, sobre la ladera del barranco de Santiago. A Sasé, por ejemplo, llegaremos mediante un sendero PR que nace en las inmediaciones de Fiscal. El recorrido es una verdadera delicia. Algo más de una hora y media que, de verdad, se disfruta.

A mediados del pasado siglo XX contaba con once casas abiertas, gran parte de ellas estaban situadas a lo largo de la calle de San Juan. Anteriormente, Sasé había llegado a tener una veintena de casas y más de 140 habitantes. Algunos de los nombres de sus casas eran: Chusé, Pedro, Ambrosio, Lacort, Vallés, Santafé, Pablo, Fuertes o Périz.

En Sasé podemos apreciar (podíamos es más correcto) magníficos ejemplares de viviendas típicas pirenaicas. La mayoría muestran grandes dimensiones; especialmente bellas son las que se concentran alrededor de la iglesia parroquial. Destacan las chimeneas, algunos vanos y las sobrias portadas de sus viviendas, doveladas y adinteladas. Hace poco hemos tenido la oportunidad de ver (y disfrutar) la gran colección de chimeneas que esta localidad todavía conservaba en los años 80, en un libro que acaba de publicar el profesor Adolfo Castán titulado: “Sasé, pueblos deshabitados. Lo que hemos perdido” (editorial Pirineo, 2021). Actualmente, solo una de todas esas chimeneas se conserva en pie –casa Pedro–.

La iglesia de San Juan Bautista es su edificio más destacado. Su torre campanario es faro y emblema del valle de La Solana. Aunque es un templo de origen románico (s. XII),  sufrió multitud de reformas en los siglos posteriores, especialmente en el XVI. Destaca su preciosa y alargada torre campanario, el bellísimo suelo empedrado de la nave y un crismón trinitario de 6 brazos que hay sobre la portada de entrada. Es un edificio de tres naves con triple cabecera recta; abre dos capillas laterales en el lado norte y una en el lado sur.

Otro edificio de interés es la escuela. Se ubicó en el camino que llevaba de la iglesia a la plaza. Sus muros, de mampostería, se pintaron de un llamativo color rosa. Interiormente distribuía dos plantas y coronaba con chimenea de corto desarrollo.

Cerca de Sasé, en el extremo izquierdo del camino que baja a Fiscal, subsisten las hoy irreconocibles ruinas de la ermita de Santa Marina. Sus restos nos dibujan un edificio de planta rectangular y cabecera plana, con puerta de acceso al sur. Todavía se aprecian los arranques de la curvatura de la bóveda de medio cañón de la cabecera. Su cronología podría llevarse hasta el siglo XVII.

No queremos olvidarnos del crucero, ya desaparecido. Se situaba entre la herrería y casa Fuertes. Tenía perfil octogonal, con caña introducida en cubo de piedra que reposaba en una breve grada.


Artículo publicado en El Cruzado Aragonés (mayo de 2021).

 


Fotografía 1; Llegada a Sase  (Cristian Laglera)
Fotografía 2; Iglesia de San Juan Bautista (Cristian Laglera)
Fotografía 3; Torre campanario  (Cristian Laglera)
Fotografía 4; Crismón trinitario (Cristian Laglera)
Fotografía 5; Escuela (Cristian Laglera)
Fotografía 6; Enorme vivienda (Cristian Laglera)
Fotografía 7; Magníficas chimeneas (M.A. Maroto)
Fotografía 8: Casa Ambrosio (Cristian Laglera)
Fotografía 9; Dintel de Casa Chusé (Cristian Laglera)