Una semana más vamos a desplazarnos hasta
tierras sobrarbenses para hablar de uno de los pueblos situados en el valle de
La Solana. Nuestro núcleo protagonista es San Felices de La Solana, pequeño despoblado
situado entre las poblaciones de Cámpol y Gere (pueblos que fueron nº 66). Sus
edificaciones se levantan sobre suave una loma enmarcada por los barrancos de
La Espuña y Lisa, al sur de la sierra de Bolave.
La manera más sencilla de llegar a San Felices
es por una pista que nace en la ribera del Ara en dirección a Yeba. Poco antes
de la subida al despoblado de Cámpol, nace una pista a nuestra izquierda que,
en poco más de un kilómetro, arribará en San Felices. Es una pista mala, que hasta
hace unos pocos años podía transitarse con vehículo todoterreno. Actualmente,
la mejor opción es hacerlo a pie, pues la pista se encuentra destrozada.
Sabemos que en el año 1495 tenía dos casas
abiertas. Durante la primera mitad del siglo XX fueron tres las viviendas con
población. Las tres estaban alineadas en la única calle del pueblo. Sus nombres
eran: López, Salas y Cruz. En su máximo nomenclátor del pasado siglo aparece documentado
con 33 habitantes (año 1910). El pueblo quedó deshabitado en los años 60, al
igual que el resto de núcleos del valle. El proyecto de construcción del
embalse de Jánovas, que finalmente no se llevó a cabo, supuso el abandono de
alrededor de 1500 personas que habitaban los diferentes pueblos de La Solana.
Las viviendas de San Felices muestran
sobriedad y elegancia a partes iguales. Hermosas portadas de medio punto,
chimeneas cilíndricas y tejados de losa del país. No queremos olvidarnos, es de
justicia, de un par de bordas situadas en la parte alta del núcleo,
magníficamente acabadas. Pasear por San Felices fue y sigue siendo una delicia.
La iglesia se dedicó a San Mamés. Es un
templo de origen románico, que sufrió importantes transformaciones en siglos posteriores.
Lo más destacado fue la “transformación” de su ábside semicircular en cabecera
de testero plano, para, de esta manera, adecuarla a los gustos litúrgicos de la
época. En nuestra última visita varias vacas dormían plácidamente en su
interior. Poseía un interesante crismón trinitario de seis brazos que, en los
años noventa, fue depositado en la iglesia parroquial de la localidad de
Planillo.
San Felices carecía de todos los servicios
básicos de primer orden. Ni siquiera tenía escuela. Los niños de San Felices
tenían que desplazarse diariamente hasta la escuela de Cámpol (40 minutos de
empinada subida) para acudir a clase.
Celebraban sus fiestas el día 12 de octubre, para La Virgen del Pilar.
Artículo publicado en El Cruzado Aragonés en julio de 2021.
Fotografía 2; Llegada al núcleo (Marina González)
Fotografía 3; Iglesia de San Mamés (Marina González)
Fotografía 4; Cabecera (Cristian Laglera)
Fotografía 5; Calle principal (Cristian Laglera)
Fotografía 6; Borda y gato (Cristian Laglera)