Latorre es uno de los pequeños núcleos que
incorporaba el desaparecido término de Pallaruelo de Monclús. Sus edificaciones
se reparten sobre un altiplano en las faldas de la sierra de Campanué, muy
cerca del también despoblado lugar de Lavilla. Como seguro que muchos habrán
deducido, una vez más, vamos a viajar a la inabarcable y siempre fascinante comarca
de Sobrarbe.
Se trata de un lugar de escasas referencias históricas. En 1873 tenía 6 viviendas. Sabemos que durante la primera mitad del pasado siglo ya solo mantenía cuatro casas abiertas. Sus nombres eran: Matías, Tozalet, Marco y Pueyo. Aparece con 37 habitantes en el año 1900, cifra que disminuye hasta los 35 medio siglo después. En el nomenclátor de 1970 ya solo conservaba 8 habitantes. Poco después, mediados de los años setenta, Latorre escribía la última página de su historia.
Paseando por el núcleo observamos grandes viviendas construidas en mampostería, con tejados de piedra de losa bien ejecutados que aguantan dignamente en pie a pesar de llevar casi 50 años abandonados. Sus viviendas reposan sobre solares con aparente desorden distributivo. En nuestra última visita, realizada hace unas pocas semanas, pudimos acceder a una de las viviendas por elegante puerta en arco rebajado. Contaba con bajos abovedados preparados para la vida animal. Las alcobas, la cocina y el resto de dependencias se situaban en las plantas superiores. Alrededor de las viviendas se distribuyen sus correspondientes edificaciones auxiliares. Destacar también las amplias y bien delimitadas eras, cada una acompañada de una magnífica borda. Arquitectura rural de muchos quilates.
Latorre no contaba con iglesia, hecho sin duda curioso, pero si con una pequeña ermita dedicada a San Cristóbal situada a unos dos kilómetros al noreste del pueblo, camino de la diminuta aldea de La Xantigosa. Es un edificio de pequeñas dimensiones de hechura sencilla. Posee planta rectangular y cabecera recta orientada al este. La puerta de acceso, adintelada, centra el muro occidental. De la iluminación se encargaba un vano situado al sur y otro abierto al oeste, junto a la puerta. Interiormente se cubría con bóveda de cañón y exteriormente con gruesas lajas a dos aguas. El aparejo es de mampostería revocada. Pensamos que su cronología no debe llevarse más allá del siglo XVIII.
La vida es este lugar era dura, muy dura. Evidentemente carecían de todos los servicios básicos elementales: luz eléctrica, médico o escuela. Economía de subsistencia en toda la regla.
Las fiestas se celebraban para la Candelera, el día 2 de febrero.
Artículo publicado en El Cruzado Aragonés (noviembre de 2020).
Fotografía 1; Latorre (Cristian Laglera)
Fotografía 2; Una de las viviendas (Cristian Laglera)
Fotografía 3; Edificio de apoyo (Cristian Laglera)
Fotografía 4; Pequeña borda en ruina (Cristian Laglera)