Casi con
toda seguridad, amigos lectores, esta será la primera vez que escuchéis hablar
de una pequeña aldeíta despoblada sobrarbense llamada Benedet. A pesar de
situarse a poco más de un kilómetro al norte de Morillo de Monclús, no es fácil
llegar hasta ella. La senda se halla medio perdida en su último tramo y sus
escasas edificaciones se ocultan en un tupido bosque de pino en las faldas de
la sierra de Campanué. Desde Morillo de Monclús y acertando con la senda a la
primera, que no es sencillo, no hay más de 25 minutos de agradable paseo.
Benedet fue un lugar de una sola casa. Permanece abandonada y en ruina desde la década de los sesenta. La casa está literalmente arrasada. Debió de ser una vivienda importante, dadas sus dimensiones. Podríamos decir que, a pesar de su estado, todavía exhibe cierto aire de grandeza. Apenas queda una pequeña parte de sus bajos abovedados y un par de vanos abiertos en los pocos tramos de fachada que conserva en pie.
Junto a la vivienda se sitúa, mejor conservada, la ermita de San Antón. Se trata de un edificio levantado en los siglos XVII-XVIII. Presenta aparejo de mampostería y sillarejo, nave única y rectangular y cabecera de testero plano. El acceso se realiza por puerta en arco de medio punto. Interiormente nave y cabecera se cubren con sendas bóvedas de medio cañón, algo más baja y estrecha la de la zona noble. En todo lo alto luce orgulloso el campanario de espadaña de un ojo, que se resiste a caer.
Había fiesta para San Antón, el 17 de enero. Ese día los vecinos de Benedet, los de Morillo de Monclús y los de Buetas acudían en romería hasta la ermita. Se celebraba misa, se almorzaba y se hacían rifas de productos: judías, ajos, cebollas, patatas… después, el dinero recaudado se utilizaba para el mantenimiento de la ermita. La fiesta dejó de celebrarse cuando el núcleo quedó deshabitado.
Artículo publicado en El Cruzado Aragonés (agosto de 2020).
Fotografía 2; Ermita de San Antón (Cristian Laglera)
Fotografía 3; Cabecera (Cristian Laglera)